Solía pensar que los dulces de Halloween eran pura magia.
Luego, como todos en algún momento, entendí que en realidad era química disfrazada.
¿Esa explosión de dulzura afrutada cuando muerdes una gomita?
🍌 Es isoamyl acetato, el mismo éster que da al plátano su aroma brillante.
¿Y la chispa jugosa que viene después?
🥭 Etil butirato, la molécula detrás de la mayoría de los sabores tropicales.
¿Y la nota suave y cremosa que equilibra todo?
🍑 Gamma-decalactona, la nota de durazno que une la mezcla.
Tres moléculas, un recuerdo.
Los dulces, como muchas cosas buenas, funcionan porque combinan dulzura y nostalgia.
Una fórmula que, de algún modo, sabe a infancia, sin importar cuánta ciencia haya detrás.
Así que tal vez la verdadera magia no esté en el azúcar ni en el color.
Quizás esté en cómo la química puede recrear la memoria cuando se usa del modo correcto.