El “dirty soda” surge cuando te das cuenta de que el refresco no tiene que ser el producto final. Por un lado tienes una Coca-Cola de máquina; por otro, un poco de sirope de coco. Añade unas gotas de lima fresca y tienes una bebida que sabe a un flotante de helado derretido. Nacido hace más de una década en la comunidad mormona de Utah (donde las bebidas sin alcohol son casi un arte), el dirty soda fue un fenómeno local hasta que TikTok lo viralizó. Hoy está en todas partes: desde cadenas como Swig o Sodalicious que lo convirtieron en su negocio principal, hasta bartenders que lo reinventan con mezclas curiosas como “El Doctoro”, una combinación de Dr Pepper y horchata.
La bebida es popular en Utah, especialmente entre los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones), quienes suelen evitar el alcohol y las “bebidas calientes” como el café y el té.
The Numbers Game
Ahora hablemos de lo que esto significa en cifras. El mercado del dirty soda ha pasado de no existir a generar más de 70 millones de dólares en apenas una década.
Para ponerlo en contexto: el mercado total de refrescos en EE. UU. vale unos 55 mil millones de dólares al año. Así que el dirty soda representa solo una fracción (menos del 0,2 %). Pero lo interesante de las tendencias es que no tienen que ser enormes para tener un impacto enorme. Por cada 500 dólares que los estadounidenses gastan en refrescos, tal vez 1 dólar vaya al dirty soda. Pero ese dólar genera mucho ruido, innovación y expansión de márgenes.
Y ahí está la clave: los márgenes. Un dirty soda típico cuesta unos 0,70 dólares en ingredientes y se vende entre 3 y 5 dólares. Eso da márgenes brutos de hasta un 80 %. Comparado con los refrescos de máquina, que ya son bastante rentables, es fácil ver por qué muchos quieren subirse al tren.
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Flavor Innovation Gone Wild
La combinación original de coco, lima y crema sigue siendo el estándar, pero los experimentos de sabor ya se descontrolaron. Hemos visto desde dirty sodas con ube y matcha (influenciadas por la moda de la leche de avena) hasta Mountain Dew con sabor a pepinillo (gracias, Sonic). Suenan mal, pero dicen que saben sorprendentemente bien.
También abundan las mezclas tropicales como mango, maracuyá o pitahaya. Funcionan porque lucen bien en fotos y saben a vacaciones. Pero lo más interesante es cómo empieza a notarse la influencia de la coctelería artesanal: albahaca fresca en una soda de frutos rojos, lavanda en limonada… todo para llevar el concepto más allá de agua con gas y crema.
Luego viene la textura. Boba, gomitas, fruta triturada… todo lo que convierte la bebida en una experiencia. La Gen Z quiere algo que se pueda masticar, pero que también se vea bien. Y el dirty soda cumple con todo eso.
Ese es el proceso estándar de creación. Pero aquí, el único límite es tu creatividad.
The Adult Playground
Quizás lo más interesante es cómo el dirty soda ha evolucionado hacia el público adulto. Ya existen versiones para quienes van al gimnasio, bases con bebidas energéticas para los que buscan cafeína, e incluso opciones infusionadas con cannabis. Los dirty sodas con THC de Cloud Cola son básicamente cócteles con marihuana para quienes no quieren resaca: una cola con 10 mg de THC que sabe como una clásica cola pero con un efecto relajante y algo adormecedor.
En el lado alcohólico, los bartenders también están experimentando con “cócteles dirty soda”. Uno de los favoritos: root beer con RumChata. Es la mezcla perfecta entre sabores de la infancia (especialmente populares en América Latina) y bebidas para adultos, apelando al mismo gusto que hace que muchos pidan cócteles con leche de cereal en los bares de autor.
RumChata, de hecho, se empezó a producir en 2009 por Midwest Custom Bottling Company y se distribuye por Agave Loco LLC en Wisconsin.
Leading Brands
Brand (U.S.)
Notable Flavors & Offerings
Functional Add-ins
Positioning
Swig (Original Dirty Soda Shop)
Large menu of signature mixes, e.g. the “Founder” (Diet Coke + coconut + lime + cream) and the “Malibu” (Dr Pepper + coconut + vanilla). Also offers Revivers (energy drink base mixes) and seasonal flavors.
Primarily flavor-focused (sweet add-ins and cream); offers caffeine boost via soda or energy drink, and sugar-free options, but no added vitamins/etc.
Category originator. Trendsetter with strong social media presence. Positions as a fun, family-friendly drive-thru for customized drinks and treats. Emphasizes being “Home of the Original Dirty Soda,” using authenticity and Utah roots
Sodalicious (Regional Competitor)
Similar extensive mix-and-match menu: e.g. “AK Special” (Diet Dr Pepper + sugar-free coconut + vanilla), “Black Forest” (Dr Pepper + cherry + chocolate), etc. Famous for dozens of Torani syrup flavors (incl. unique ones like huckleberry).
No explicit “functional” ingredients aside from caffeine in certain bases. Focuses on regular vs. “skinny” (sugar-free) versions for most drink. Fresh add-ins like mint or cream are available but no added nutraceuticals.
Close follower/competitor to Swig. Positions as the alternative with equally broad choices, perhaps a bit more youth-oriented (edgier naming, etc.). Strong community presence in Utah/Idaho. Banks on variety (“mixology” vibe of flavor shots). Differentiator: they claim “first to do gourmet soda” in some markets, fostering local loyalty.
Pepsi’s “DRIPS” (Big Brand Pop-up)
Experimental line of dirty soda-inspired drinks under PepsiCo. Notable creations: “Starry Berry Basil” (Starry lemon-lime soda Zero + berry syrup + basil leaves) and “Dew Chill Dill” (Mountain Dew + dill pickle flavor), both showcased at 2025 NRA Show. Also featured adding popping boba, flavored creams, and fruit purees to zero-sugar Pepsi bases
Embraces textural and dietary add-ins: popping boba for fun, fresh herbs/spices for a functional spike (basil = aroma, maybe stress relief), and mostly zero-sugar formulations (positioning as lower-calorie but fun). More about novel textures than health functions.
Market entry by a soda giant. Positioned as bringing craft soda to mainstream, Pepsi uses DRIPS to test flavors that appeal to Gen Z and to offer restaurant clients ideas for unique non-alcoholic beverages
Differentiation: leverages Pepsi’s brand sodas (e.g., exclusive Mountain Dew variants) and nationwide reach. Essentially, Pepsi is framing dirty soda as an upgrade to fountain drinks, trying to get restaurants and theaters on board by demonstrating trendy recipes.
Mainstream Food Chains (e.g. Sonic, Applebee’s)
Not a single brand, but worth noting: Sonic Drive-In introduced add-ins like real cream and various syrups to create DIY dirty sodas (branded as “Sonic Dirty Drinks” for a limited time) Applebee’s in some regions offered a non-alcoholic drink that’s essentially a dirty soda (e.g. a fizzy strawberry colada drink with cream). These are typically one or two flavors added as specialty menu items rather than a full lineup.
Generally, these are standard sodas with dairy or syrup, no special functional ingredients beyond maybe using real fruit purée for a premium touch. Sonic, for instance, used its existing syrups (cherry, etc.) and added a splash of sweet cream (which is just dairy + sugar). So, nothing “functional,” purely indulgent.
Defensive addition by incumbents. Positioning: “Keep customers from going elsewhere by offering the trend here.” Sonic positioned theirs as a summery indulgence, leveraging their image as the drink stop (they already sell slushes with add-ins, so it fit). Applebee’s likely positioned it as a fun alcohol-free cocktail alternative for drivers or younger guests. The differentiation here isn’t innovation but accessibility, these chains make dirty sodas available widely and conveniently, albeit without the huge variety one finds at a specialty shop.
Cloud Cola (Cannabis-Infused Dirty Soda)
Three core flavors in cans: Classic Cola, Orange Creamsicle, and Root Beer, each formulated as a creamy, sweet soda reminiscent of traditional dirty sodas. They suggest serving over ice with extras like coconut cream or lime for even more flavor. They also publish THC “dirty soda” recipes (e.g. Coconut Lime Highball using their cola + coconut cream + lime)
Delta-9 THC (10mg) infused in each 12 oz can. This provides a cannabis “buzz”, a functional psychoactive add-in. No caffeine in their drinks (so as not to mix stimulants with THC); it’s a relaxing effect. Also alcohol-free (targeting those who want the effect without the fallout).
Novel crossover of dirty soda and cannabis beverage. Marketed as “a nostalgic soda with a THC glow-up”. Targets adults (21+) looking for a fun, mellow alternative to cocktails – “all the bold flavor and creamy sweetness… plus a smooth cannabis buzz without the hangover”. Differentiator: being in the cannabis space, it stands out as a recreational novelty on the trend. Brand positioning centers on retro vibes (capitalizing on dirty soda nostalgia) with a modern cannabis culture angle (“stoner summer vibe” as they say).
The Reality Check
Seamos claros: el dirty soda sigue siendo un nicho dentro de un nicho. Su popularidad está concentrada en ciertas regiones y entre consumidores jóvenes. Y desde el punto de vista de la salud, no es ideal: básicamente bombas de azúcar con un toque lácteo. Aún está por verse si tiene fuerza más allá del momento viral.
Pero lo interesante desde una perspectiva de negocio es que ha creado una nueva ocasión de consumo. No viene a reemplazar el café de las 10 ni el cóctel de la noche. Se posiciona como el antojo dulce de las 3 de la tarde, la recompensa después del colegio, o el cóctel sin alcohol para el conductor designado. Resuelve momentos que nadie sabía que necesitaban una bebida.
El *dirty soda* es, básicamente, un batido hecho con refresco en lugar de helado.
R&D Challenges
Navigating Acid-Dairy Compatibility in Dirty Soda Formulations
El principal desafío al desarrollar dirty sodas es la incompatibilidad natural entre los refrescos carbonatados (con un pH entre 2,5 y 3,5) y los ingredientes lácteos. Este entorno ácido plantea obstáculos inmediatos que requieren un diseño estratégico del sistema de sabor.
El problema central es la desestabilización de las proteínas. Cuando el lácteo entra en contacto con el ácido, se produce una interacción fisicoquímica compleja que puede afectar tanto el sabor como el aspecto visual del producto. El sistema de sabor se convierte en el factor clave para estabilizar la mezcla.
Un punto crítico es que los sabores tipo lácteo tradicionales no están diseñados para operar en este rango de pH. Los sistemas de emulsión estándar suelen fallar en bases como la cola, provocando separación de fases y sabores indeseados que arruinan una formulación por lo demás bien pensada.
Development Priorities for Flavor Houses
El mercado exige soluciones prácticas que funcionen en entornos reales de foodservice. Hay que ofrecer siropes concentrados a 60–70 Brix que mantengan su estabilidad y rendimiento durante toda su vida útil. Nadie quiere explicar a un franquiciado por qué su sistema de sabor falló a los tres meses.
El enfoque clean label está impulsando una fuerte inversión en I+D. Los sabores naturales, ingredientes reconocibles y aditivos funcionales como adaptógenos o compuestos energéticos ya no son extras, son expectativas básicas. El reto es integrarlos sin comprometer ni el sabor ni la estabilidad de la fórmula.
El segmento sin azúcar es el más complejo a nivel técnico. Stevia, fruta del monje y sucralosa tienen perfiles de dulzor muy distintos y no imitan bien la curva del azúcar. Lograr un sistema exitoso requiere mezclas precisas que igualen la intensidad y el ritmo de liberación del azúcar real, manteniendo a la vez la identidad del sabor original.
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